domingo, marzo 29, 2009


¡Del Desierto al Gozo de la Pascua!
Por
©Lupita Vital
Ciclo “B”
Estamos llegando al final de la “Cuaresma” ya ha cambiado el tiempo y el sol nos despierta con su luz esplendorosa cada día. La primavera hace sus primeros brotes, los árboles se revisten con sus vestidos nuevos, las flores de colores hacen su presencia engalanando la tierra, los pájaros cantan sus trinos tempranito en la mañana. Hay nueva vida en la naturaleza, no cabe la menor duda de ello. Estamos saliendo del desierto, de la oscuridad, del polvo del miércoles de ceniza. Pronto seremos nuevos en JESUS.

La Cuaresma es un tiempo profundo para nuestro crecimiento espiritual. Por medio de esta espiritualidad es que seremos tocados por el amor revelador de Jesús, en su pasión, muerte y resurrección. Por lo tanto, es bueno hacer un recuento de lo recorrido en la jornada durante estos cuarenta días. ¿Qué paso en este tiempo de conversión? ¿Qué hicimos para nosotros mismos y para los demás? Analicemos detenidamente nuestro caminar los recuerdos de Jesús, sus palabras, sus consejos su vida de amor triturada por cada uno de nosotros. Detengámonos un momento para orar en silencio en estos acontecimientos de la vida pública de Jesús.

Oremos con el Salmo 25(24)
A ti, Señor, elevo mi alma, a ti que eres mi Dios.
En ti he confiado, que no quede avergonzado ni se rían
De mi mis enemigos.
Haz, Señor, que conozca tus caminos, muéstrame tus senderos.
En tu verdad guía mis pasos, instrúyeme, tú que eres mi Dios
y mi Salvador.

Recordando los misterios de la Palabra de Dios
El Evangelio de (Marcos 1:12-15. Tentaciones de Jesús en el Desierto) del primer Domingo de Cuaresma, nos dejo en la mente y corazón la invitación de Jesús al desierto. Ahí fue tentado y puesto a prueba, pero también se nos anuncio que el Reino de Dios había llegado y que nuestro arrepentimiento era vital para ir con Jesús a atravesar el árido desierto. Yo, me he preguntado muchas veces lo siguiente. ¿Por qué Jesús escogió el desierto habiendo tanto otro lugar a donde ir?

En la Biblia el desierto no es solamente un lugar para las tentaciones, es también un lugar para encontrarse con Dios. Me imagino que usted ha experimentado alguna vez el haber perdido a un ser querido, o la separación de un divorcio, o desempleo. En esos momentos de dificultad es que rehacemos nuestra vida y Dios nos invita a continuar con El. Así paso con Noé en el diluvio, después de la tormenta apareció el arco iris, alianza de Dios para siempre con la humanidad. Eso es lo que Jesús hizo en el desierto, salir para encontrarse con su Padre que lo acompañaría en su ministerio en su muerte y en su resurrección.
Es por eso, que en ese domingo, abrazamos la temporada de Cuaresma, tiempo en que Dios está cerca de nosotros. ¡Vayamos pues a disfrutar con Jesús el final de esta jornada de buenas nuevas que nos llevarán a la Pascua!

Recordando los misterios de la Palabra de Dios
El Evangelio
de (Marcos 9:2-10. La Transfiguración de Jesús) del segundo domingo de Cuaresma, nos enfoco en la importancia de reflexionar, medir cuanto creemos en Dios, quien nos da la vida y todo lo que tenemos. Si analizamos lo que recibimos cada día seriamos menos quejumbrosos y nos daríamos cuenta de todas las bendiciones que Dios nos da, aun en los momentos que todo parece perdido.

En la primera lectura de hoy, Abraham lleva a su único hijo, Isaac, al sacrificio. Abraham obedeció a Dios diciendo. “Aquí estoy.” En la historia del mundo hemos tenido personas que responden prontamente a los pedidos de Dios y otras que se tardan un poco más para obedecer sus llamados. ¿Cómo hemos respondido nosotros en este tiempo de Cuaresma a Dios? ¿Hemos sacrificado algo de nuestros caprichos o seguimos como se dice, “con los mismos en lo mismo”?

En este domingo, fuimos llamados a la intimidad con Dios, para escuchar la voz de Jesús en nuestros corazones y poder caminar en sus huellas esperando algún día poder ser transfigurados. En este tiempo de Cuaresma tal vez Dios nos pidió algo difícil y nuestra respuesta fue “Si” como lo hizo Abraham. Tengamos confianza de que cuando Dios nos llame a casa el nos diga como a Jesús. “Este/esta es mi hijo/hija amado(a).”

Recordando los misterios de la Palabra de Dios
El Evangelio
de (Juan 2:13-25 Jesús expulsa del Templo a los vendedores) del tercer domingo de Cuaresma, nos ayudo a ver que las personas que asumimos conocer no las conocemos del todo y con sus actitudes muchas veces no son desconocidas. Si de verdad somos honestos, debemos de admitir que el Jesús del Evangelio de hoy no es el Jesús que curaba a los enfermos, daba vista a los ciegos, bendecía a los niños y tenía una compasión sin medida para los pecadores. ¡El Jesús de hoy estaba furioso! Veamos porque el actúo de esta manera.
Tal vez nos sentimos un poco incómodos con la acción de Jesús en este pasaje del Evangelio porque nos reta a cambiar y a dejar nuestra zona de comodidad. Y eso de destruir el templo en tres días y construirlo de nuevo, era una idea sin sentido. Esto fue entendible después de la Resurrección del Señor para todos sus seguidores.

Lo que Jesús, pretendía mostrarnos en este tiempo de Cuaresma es que nos fijemos en la nueva imagen del templo, no el edificio material sino “Jesús como Templo” al que podemos entrar y hacer morada en el. Al Templo de Jesús es al que debemos de acudir en momentos de angustia, de crisis y de miedo. El de seguro que nos escucha, abraza y conforta. No dudemos, sólo por Jesús llegaremos al Padre. Jesús es el Templo Nuevo donde podemos entrar, pero antes de esto debemos limpiarnos nosotros de nuestros egoísmos y desesperaciones. ¿Qué hemos limpiado en está Cuaresma de nosotros mismos para poder entrar al Templo de Jesús?

Recordando los misterios de la Palabra de Dios
El Evangelio de (Juan 3:14-21 Jesús y Nicodemo) del cuarto domingo de Cuaresma, nos motiva a cuestionar nuestro comportamiento ante Jesús que nos invita a nacer de nuevo. Nicodemo, fue a tomar un curso intensivo con Jesús del amor de Dios a su pueblo que nunca lo había olvidado. En nuestra sociedad actual se ha estado experimentando mucha angustia y abandono de parte de nuestros líderes, a ellos culpamos el que la economía esté cuesta abajo.

A causa de esta experiencia muchas personas se sienten desoladas y como en un especie de exilio. Para nosotros inmigrantes es más notorio lejos, de casa, de la familia, y solos, llegamos a pensar. ¿Dónde está Dios? ¿Acaso nos ha abandonado? ¿Qué tiene que ver Dios en todo esto?
Los Israelitas experimentaron y se dieron cuenta que por su falta de fe estuvieron en el destierro. Pero las lecturas de este domingo nos dicen que Dios nunca los olvido. Ellos reconstruyeron el templo y practicaron su fe de nuevo.

Jesús, en el Evangelio de hoy, nos revela el amor de Dios extendido para toda la humanidad y hacia todos los confines de la tierra. En el signo de la cruz podemos ver el interior del corazón de Dios por medio de su Hijo. Misericordia y compasión no censura ni condena. Toda persona que fije su mirada con fe hacia la cruz será salvada. “Una mirada de fe es la que salva al pecador” tal como lo hizo el buen ladrón en la cruz.

Todos los obstáculos que encontremos en nuestra vida, serán aliviados con el signo de la cruz. Somos portadores de este mensaje de gracia y amor por medio de la cruz. Juntos en Cristo, somos los que mostramos la misericordia y compasión de Dios. No dejemos a Jesús solo con la cruz, vayamos con El al calvario. Recordemos que somos parte vital del plan de Dios la salvación del mundo. ¿Será que seremos como Nicodemo; entendemos el sentido de la cruz? ¡Hay visitar a Jesús a cualquier tiempo ya sea de día o de noche!

Recordando los misterios de la Palabra de Dios
El Evangelio de (Juan 12:20-33 si el grano no muere) del quinto domingo de cuaresma nos enfoca en ver la forma de cómo Dios quiere que nosotros pongamos siempre a los demás primero. Cuando hay algún evento importante en la vida de nuestra familia, amigos o compañeros del trabajo o de la oficina, y no estuvimos presentes en este acontecimiento.

Pensamos; me hubiera gustado ser una mosca en la pared para verlo todo. De igual forma ustedes se han preguntado alguna vez lo siguiente. ¿Cómo me hubiera sentido de haber formado parte de las personas que escuchaban a Jesús en su tiempo? Imaginarme sus gestos, palabras y escuchar atentamente sus historias. ¿Hubiera entendido mejor la naturaleza de las enseñanzas de Jesús?

El Evangelio de hoy nos invita a entender lo profundo de las palabras de Jesús. El grano de trigo que muere y da fruto en abundancia. El punto es que Jesús con este ejemplo nos dice claramente de cómo iba a ser su muerte y su resurrección gloriosa. ¡Fruto abundante en nosotros! Dios confía a su Hijo la Nueva Creación del ser humano al motivarlo al cambio radical de la muerte a la vida.
Para nosotros, es complicado y es sencillo. Complicado si no sabemos morir a todo lo que nos lleve a ser nuevos y sencillo si nos movemos siempre en la dirección correcta de la honestidad y el amor al que Dios nos ha invitado. Hacer el bien siempre a quien lo necesite. Deseo que el Evangelio de hoy, con el que llegamos al fin del desierto para entrar a la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, nos lleve a la conclusión que estamos llamados a morir y a nacer de nuevo para dar abundante fruto. ¡Esa es la esperanza de Jesús en nosotros!


El domingo próximo estaremos celebrando el Domingo de Ramos.


Por
©Lupita Vital Cruz
Vital@dsj.org